jueves, 17 de enero de 2013

Hard to Love (Jemi) Epilogo


–Por favor amor– pedía la castaña quien intentaba darle de comer a su pequeño hijo.
Estaba en el comedor con su hijo intentando darle de comer pero este se negaba.
–No quelo– dijo el niño mirando hacia otro lado.
Tanto Sel como Nick quienes también estaban ahí miraban con curiosidad ante la negación del pequeño niño.
–¿Quieres qué le diga a papi qué no quisiste comer hoy?– pero su hijo no le contestó. Suspiró con cansancio dándose por vencida y dejando el plato sobre la mesa.
–Extraña a Joe– dijo Ncik.
–Demasiado– lo apoyó su novia.
Había pasado tres años desde el nacimiento de su pequeño hijo, tanto Sel como Nick seguían viviendo con ellos y su relación iba de maravilla, tanto así que planeaban casarse dentro de un año. Hacía quince días que Joe se había ido a New York, tenía unos negocios allá y como cinco meses atrás había decidido ponerse a cargo de sus negocios con ayuda de Mark, ahora trabajaba. Todavía no hacía ni un año que se habían graduado, tanto Nick como Joe en finanzas,  mientras Demi en psicología tres meses después, tenía un trabajo de medio tiempo en el hospital donde había nacido su hijo como ayudante de psicóloga con una doctora. Sel estaba ya en la universidad y se había decidido a la fotografía.
–Necesitas comer– le volvió a decir a su hijo.
–¿Quieres chocolate cielo?– Miró a su tía con ojitos brillantes y una gran sonrisa.
–No hasta que coma– tanto Sel como Joe lo tenían mal acostumbrado. Chocolate antes de la comida. –Así que si quieres chocolate tendrás que comer– dijo con tranquilidad.
–Espero que para mi también haya chocolate– todos observaron hacia donde provenía la fuerte y profunda voz.
–¡¡Papi!!– chilló, se bajó de la silla casi cayendo al piso y corrió hasta su padre.
Tomó a su pequeño hijo en brazos y lo alzó, le hizo cosquillas y besó sus sonrosadas mejillas.
–¿Me extrañaste?– le preguntó sonriendo y despeinándolo.
–Sip– aceptó. –Mucho, mucho–
–Traes una cara terrible– le dijo su mejor amigo con burla.
–Gracias, me fue de maravilla– dijo en tono de sarcasmo al sentarse.
–¿Tienes hambre?– le preguntó Demi, la mirada que le dedicó la hizo sonrojar.
–¡Oh coño, vallan a follar a la recamara por favor!– dijo con picardía Nick al ver como ambos se miraban.
–El día que Rodri diga algo como eso me olvido que eres mi mejor amigo y te jodes– le dijo.
–Si no es que antes dice unas de tus tantas palabritas– sonrió.
–¿Cono?– preguntó el niño con el entrecejo fruncido y sin entender. –¿Folar?–
–Rodri, amor, nunca, pero nunca de los nunca repitas lo que tu querido tío dice y mucho menos lo que dice tu papi– le dijo su tía con una sonrisa.
–¿No?– volvió a preguntar el niño. –¿Por qué?–
–Vamos a comer amor– le dijo su madre sacándolo de las piernas de su padre.
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Hacía apenas pocas horas que había regresado de NY, solo quince días había estado lejos de su familia y los había extrañado demasiado.
–¿Y tú no me extrañaste?– le preguntó a Demi.
Ambos estaban en su habitación.
–Si– sonrió.
–Mmmm– se acercó y la tomó de la cintura. –¿Cuánto?– dio pequeños besos sobre sus mejillas.
–Mucho...–
Inclinó el rostro sobre el femenino y tomó sus labios en un rápido y apasionado beso.
–Necesito una ducha– susurró contra sus labios. Cuando estuvo apunto de separarse ella lo rodeó del cuello y profundizó el beso. Su lengua se deslizó con autoridad dentro de la boca femenina y saboreó su sabor. Había extrañado su sabor, su cuerpo apretarse contra el suyo.
La tomó en brazos y caminó hasta el baño donde la depositó en el piso.
–Morbosa– dejó un camino de besos desde sus labios hasta su cuello donde se entretuvo unos minutos.
–Es tu culpa– se mordió el labio cuando una masculina mano le apretó un pecho lo cual la hizo jadear.
Tener un hijo había tenido su ganancia, sus pechos estaban más voluptuosos.
–¿Ah si?– le preguntó con malicia al sus dedos jugar con el pequeño pezón sobre la tela. –Sin sujetador eh– lamió su cuello.
–M....me mo...molestan– y era la verdad, desde hacía dos semanas le molestaban y cuando estaba en la casa no lo usabas.
Se separó de su cuello y la observó con una ceja alzada.
–¿Te has sentido mal?– acunó sus pechos entre sus manos.
–No...– suspiró con placer.
–¿No te has desmayado?– volvió a preguntarle observando su sonrojado rostro. –¿Demasiado cansada?–
–Solo algo cansada– lo miró sin entender. –¿Sucede algo?–
–Tal vez– se acercó a sus labios y la besó.
Con lentitud le desabotonó uno a uno cada botón y cuando terminó acarició los fuertes músculos de sus brazos. Lo había extrañado horrores.
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–Mami, mami– se escuchaba el pequeño grito de una niña de aproximadamente tres años.
–Ali, mami está ocupada– le dijo una mujer de cabellos castaños oscuros. –¿Todo bien?– le preguntó a una mujer de cabellos castaños claros, llevaba lentes y tecleaba con rapidez en el ordenador.
–Ya casi termino– dijo Miley.
–Iré a llevar a dormir a Ali– le dijo para luego tomar a la niña en brazos.
Era una niña de cabellos castaños claros. Miró a su madre marchar con su hija en brazos y suspiró con cansancio. Apoyó la cabeza contra el espaldar de la silla y miró al techo.
–Vuelve pronto Logan– dijo con tristeza mientras se acariciaba el vientre donde crecía su segundo hijo.
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–¡Rodri vuelve aquí!– le ordenó su tía corriendo tras del pequeño.
–¡Nop!– siguió corriendo mientras sonreía.
–Para ser un niño de tres años tiene demasiada energía– decía Nick sonriendo.
–Cállate y ayúdame– tomó un profundo respiro.
–Lo siento amor– se disculpó. –Pero tengo que llamar a mi tío– le dio un rápido beso y se alejó hacia el estudio.
–¡Muy bien Rodri, prepárate que tiita cuando te ponga las manos encima te duchará con agua fría!– gritó para que su pequeño sobrino la escuchara.
Corrió escaleras arriba buscándolo en las habitaciones donde no lo encontró.
–Muy bien travieso ya sé donde estás– abrió con lentitud la puerta de la habitación de su hermano.
Buscó por toda la recamara pero nada y fue cuando decidió buscar bajo la cama donde estaba el niño.
–Te encontré– le dijo sonriendo y jalándolo por sus pequeñas piernitas.
–¡Noo!– rió el niño al sentir como su tía le empezó a hacer cosquillas. –¡No tiita!– dijo riendo.
–Muy bien pequeño travieso es hora de ducharte– se incorporó y lo tomó de la mano pero cuando empezó a caminar hacia la puerta el niño se zafó de su agarre y corrió hasta entrar al baño. –¡Rodri!– corrió tras él, se detuvo al ver a su sobrino mirando a sus padres.
Ahí estaba Joe en el jacuzzi con Demi entre sus piernas dándole la espalda mientras dejaba pequeños besos sobre su cuello.
–¡Rodri!– gritó su madre sonrojada, agradeció que había burbujas suficientes las cuales tapaban su desnudez.
–¿Qué hacen aquí?– había escuchado los pequeños gritos de su hijo y la voz de su hermana pero no pensaba que fueran hasta el baño.
–Cierren la puerta– les dijo Sel.
–Estamos en nuestra habitación– le dijo con tranquilidad su hermano.
–Rodri los pudiera ver–
–Quelo baño con mami– corrió hacia el borde del jacuzzi y estiró los brazitos para que su madre lo tomara.
–Mami está con papi campeón– le dijo su padre observándolo.
–Baño con mami– infló las pequeñas mejillas haciendo un puchero.
Su pequeño hijo era un vivo retrato suyo, sus ojos cafes, sus cabellos de su mismo color, su misma mirada, hasta su inteligencia, Rodri era un bebé muy inteligente, a pesar de sus cortos tres años hablaba con claridad y claro habían palabras que no sabía pronunciar como todo niño de su edad. Había caminado a los sietes meses y a los ochos dijo sus primeras palabras las cuales fueron papá para sorpresa de Demi la cual al ver como su hijo se ponía celoso cuando Joe la besaba pensaba que diría mamá primero.
–Siento celos– susurró contra el oído de Demi. La castaña sonrió.
–Amor ve con tiita que papi saldrá para que puedas entrar con mami–
–¿Me pregunto a quién habrá salido tan demandante?– preguntó Sel al ver a su sobrino salir del baño.
–No sé– giró los ojos mirando hacia Joe quien sonreía con arrogancia.
–Que puedo decir– dijo. –Si no te molesta tengo que salir antes que mi propio hijo me prohíba tocar a mi mujer– le dijo a su hermana la cual al escuchar aquello los dejó solos. –Pensé que tendríamos más tiempos solos– deslizó una mano al encuentro de unos de sus pechos.
–No hagas eso– susurró.
–Mmmm– besó su cuello en la parte de atrás.
Decidió salir del agua, lo miró de arriba abajo mordiéndose el labio y con las mejillas sonrojadas, el agua se escurría por todo su magnifico cuerpo.
–No seas pervertida cerecita– sonrió con malicia y tomó una toalla la cual estaba sobre un sillón rojo y se la colocó al rededor de la cintura.
–No es mi culpa– dejó la mitad de la cara hundida en el agua para apartar el sonrojo.
Nuevamente vieron a su pequeño hijo entrar en el baño.
–Por ahora mami es toda tuya– se puso a la altura de su hijo y este le sonrió. –Recuerda que mami es de papi– susurró en su oído y este se sonrojó. –¿Entendido?– le preguntó con una sonrisa.
–Sip– asintió sonriendo.
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–¿Crees qué nuestros hijos lo acepten?– preguntaba una mujer.
–No tienen porque no hacerlo– le dijo un hombre de cabellos castaños. –Tú me quieres y yo te quiero, no le veo nada de malo–
–Me preocupa tanto– dijo con tristeza. –Sé que Joseph no me perdona completamente– le dijo.
–No pienses en eso amor– dijo el hombre ofreciéndole una taza. –Los chicos ya son adultos– dijo –Si mi hija me perdonó Joseph también te perdonará– le aseguró el padre de Demi.
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Tenía la mirada fija en un punto no definido, estaba pensando en el día anterior. Demi le había dicho que el sujetador le molestaba y cuando le había preguntado que si había estado cansada lo había aceptado. Embarazada, era una posibilidad, se había cuidado desde hacía casi tres años pero antes de irse a New York no lo había hecho.
–¿Qué tanto piensas?– le preguntó su mejor amigo.
–Creo que Demi está embarazada– se llevó una mano al cabello.
–¿Por qué?–
–Si sacamos que antes de irme no nos cuidamos y que en la mañana se sintió algo mareada, ¿no crees qué es suficiente cómo para qué lo crea?
–¿Sabes para qué se hicieron los preservativos amigo mío?– sonrió.
–Para ponértelo en la boca– sonrió. Ambos se encontraban en un restaurante esperando a un socio para almorzar.
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Estaba feliz, Joe en la mañana le había entregado una llave, la llave de su consultorio, podría poner su propio consultorio como psicóloga. Estaba en el hospital despidiéndose de los amigos que había hecho y dejando todo en orden ya que estaba ansiosa por empezar en su propia oficina. Sel la había acompañado.
–Mami– la llamó Rodri jalando su falda para llamar su atención.
–¿Qué pasa amor?– le preguntó.
–Quelo jugo– le dijo
–Vamos pequeño travieso– Sel lo tomó en brazos. –Tiita te llevará a la cafetería mientras mami termina aquí
Apenas vio a su cuñada e hijo desaparecer por la puerta se sintió mareada.
–¿Qué me pasa?– se llevó la mano a la frente al ponerse de pie. –Estoy tan cansada– susurró y se tuvo que sostener a una silla para no caer.
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Había salido de la cafetería con su sobrino cuando unas enfermeras llamaron su atención.
–Tiene el pulso muy bajo– escuchó que decía una enfermera.
–Hay que llevarla a observación– dijo un doctor. –Nombre de la paciente– pidió.
–Demi Jonas– Sel se quedó sin entender –Es ayudante de la doctora Tania– dijo –La encontramos desmayada en la oficina de esta–
–¿Mami?– al escuchar la voz de su sobrino lo tomó de la manita y se acercó.
–¿Qué le pasó a Demi?– la miraron con una ceja alzada.
–No le podemos dar esa información– le dijo el doctor.
–Soy su cuñada– dijo –¿Está ella bien?– volvió a preguntar preocupada.
–No reacciona– dijo el doctor. –La estamos reanimando–
–La encontramos desmayada
Se quedó sorprendida, pero no hacía ni veinte minutos que estuvo con la castaña y ella estaba bien. Rodri quien no entendía, pero si comprendía que algo pasaba con su madre se soltó del agarre de su tía y corrió por donde se habían ido el doctor y la enfermera.
–¡Rodri!– lo llamó y fue tras él, al doblar en la esquina se encontró a su sobrino poniéndose de pie y una niña frente a él la cual también se ponía de pie. Habían chocado. –¿Estás bien cielo?– se puso a su altura y le sacudió la ropita, este solo rodeó su cuello y empezó a llorar. –No llores– lo abrazó. –Mami está bien– le acarició el oscuro cabello. –¿Estás bien?– le preguntó a la niña la cual tendría la misma edad que su sobrino.
–Sip– dijo con una sonrisa al sacudirse la ropa.
Ella le sonrió encantada, era una niña preciosa, con cabellos castaños claros y ojos azules, su carita era redonda y traía una camisita verde limón y un pantalón fucsia.
–¿Dónde está tu mami?– preguntó.
–¡Ali!– una mujer se acercó corriendo. –¿Niña cuánto te he dicho qué no te apartes de mi mientras tu madre está dando su charla?– la regaño.
–Siento abuelita– dijo la niña.–Ta llorando– apuntó a Rosri quien ya no lloraba, pero si seguía con el rostro escondido entre el cuello de su tía.
La mujer miró a la chica y luego al bebé al cual no le vio el rostro.
–Lo siento mucho si mi nieta causó algún problema– se disculpó haciendo una reverencia.
–No, para nada– sonrió. –Ellos solo chocaron–
–Nuevamente disculpe– pidió. –Discúlpate Ali– le dijo a su nieta quien estaba buscando algo dentro del bolsillo de su pantalón.
–Toma– sacó la mano del bolsillo donde había un pequeño chocolate y la estiró hacia Rodri el cual siguió con el rostro escondido. –¿No queles chocoate?– le preguntó con tristeza al bajar la manita.
–¿No quieres chocolate cielo?– le preguntó a su sobrino. –Ella te está dando uno– le dijo cuando él asintió contra su cuello.
Cuando su tía lo dejó en el piso miró a la niña y luego al chocolate que le ofrecía, lo tomó y le sonrió. Mientras Rodri comía el chocolate y la mujer y aquella preciosa niña se alejaban había llamado a su hermano.
¿Qué pasa?–
–Joe, Dems se desmayó– miró a su sobrino, no quería alertarlo.
¡¿Qué?!– exclamó. –¿Qué tiene?
–No lo sé, será mejor que vengas– le dijo. –Estamos en el hospital–
Enseguida voy
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–¿Un niño?– le preguntaba a su hija.
–Siii– dijo emocionada –Guapo– dijo –Pelo tiste
–Parece que chocó con un niño– le dijo su madre. –Hasta le dio su último chocolate
–¿De verdad?– le preguntó a su hija. –Pensé que era para papá
–Pelo él taba muy tiste
–¿Ya terminaste?– le preguntó su madre.
–No, tengo otra charla dentro de una hora– le dijo.
Estaba feliz, si algo había aprendido desde que tenía aquella enfermedad era a valorar lo que tenía. Tres meses después de haberse ido de EEUU en unas de sus tantas visitas medicas se había enterado que estaba embarazada lo cual fue una verdadera sorpresa y más sorpresa se llevo un día al abrir la puerta de su casa y encontrarse a Logan, un chico con el que había tenido varios encuentros, la mayorías de ellos, pero cuando este le dijo que quería algo serio y formal con ella se había acobardado y lo había rechazado, luego descubrió que tenía aquella enfermedad, él había insistido y al final luego de varias consultas y charlas medicas comprendió que tener esa enfermedad no significaba que no podría tener una pareja. Logan nunca se contagio y otra curiosidad fue que sacando cuentas su hija era de él.
Su hija había nacido sin la enfermedad y ahora estaba embarazada de cuatro meses porque el preservativo se había roto y con los cuidados necesarios su bebé nacería limpio. Su larga melena clara había pasado a una corta sobre sus hombros. Estaba decidida a disfrutar de su familia, de sus hijo y esposo, se dedicaba a dar charlas a los jóvenes sobre la prevención. Hacía pocas horas que había vuelto a EEUU luego de tres largos años.
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Hacía una hora que había llegado al hospital y no le habían dicho nada sobre el estado de Demi, tenía que mantener la calma, Rodri era demasiado observador y no lo quería asustar.
–¿Papi?– lo llamó su pequeño hijo el cual venía de la cafetería con su abuelo y abuela. –¿Y mami?– buscó a su madre con la mirada pero no la encontró.
–Mami está bien campeón– se puso a su altura y le sonrió para tranquilizarlo.
–¿Familiares de Demi Jonas?– preguntó un doctor acercándose.
–Soy su esposo– tomó a su hijo en brazos y se irguió. –¿Qué tiene mi esposa doctor?– preguntó.
–Afortunadamente ella y el bebé están bien– le dijo. –Solo una pequeña anemia la cual con las vitaminas adecuada no pasará a mayores
–¿Bebé?– preguntó su cuñado.
–Si– dijo el doctor –Tiene aproximadamente como un mes– les dijo.
–¿La puedo ver?– le preguntó Joe.
–En estos momentos está descansado– les dijo. –Parece que a estado bajo presión y eso la tiene muy agotada. La dejaremos descansar unas horas– dijo para luego marcharse.
–Eso explica su constante cansancio– dijo Robert minutos después.
–Rodri– menciono Sel, tomó a su sobrino de los brazos de su hermano. –Tendrás un hermanito cariño– le dijo sonriendo.
–O hermanita– comento Nick.
–No quelo– dijo haciendo puchero. –No quelo hermanito– Todos lo miraron.
–Rodrigo– lo llamó su padre en advertencia. Su hijo lo miró con enojo, al ver la actitud de su pequeño hijo suspiró.
–Rodri, mami necesita que quieras a tu hermanito– lo dejó en el piso y lo miró.
–¡No quelo tiita!– chilló con lagrimitas en los ojos.
–Cariño– lo llamó su abuela poniéndose a su altura. –Sabes, ahora tendrás con quien jugar– le dijo con una sonrisa acariciando su cabello. –Tendrás que cuidarlo porque será muy pequeñito
–Pero...– miró a su padre y bajó la mirada. –Papi y mami ya no me quelan– sollozó. Se le rompió el corazón al escuchar lo dicho por su hijo.
–Creo que tendrás que hablar con él– le dijo su mejor amigo.
Miró a su pequeño hijo largamente.
–¿Quieres hablar campeón?– se puso a la altura de su pequeño el cual permanecía con la cabeza baja. Este negó mientras se llevaba una manita a los ojos– Sé que estás enojado– apoyó el mentón sobre la cabecita de su hijo.
Si algo había aprendido en esos tres años era que según más crecía su pequeño hijo su carácter se parecía más al suyo. Los primeros meses de vida pensó que su carácter sería como el de su madre, despreocupado, pero no fue así.
–¿Le dirás a papi por qué estás enojado?– le preguntó luego de unos minutos en silencio.
–No quelo hermanito– susurró.
–Rodri– dijo bajito con el mismo tono que usaba su hijo –Mami y yo siempre te vamos a querer campeón– le aseguró.
–Pero...– nuevas lagrimas empañaron sus ojitos.
–Te prometo que siempre te vamos a amar– le levantó el rostro y le apartó las lagrimas que mojaban sus sonrosadas mejillas. –¿Amas a mami no?– sonrió cuando lo vio asentir con rapidez. –¿Y a mi?– nuevamente asintió con rapidez. –Entonces tienes que amar a tu hermanito o hermanita– jugó con su pelo. –Si lo haces, eso pondrá feliz a mami y a mi– dijo. –Pero si no quieres a tu hermanito mami llorará y papi estará triste– era sorprendente como su pequeño hijo entendía todo lo que le estaba diciendo cuantos niños de su misma edad no lo entenderían.
Lo vio bajar la mirada como buscando algo.
–¿Lo vas a querer?– su hijo era tan difícil como él, en momentos así era que le gustaría que se hubiese parecido más a Demi que a él.
–Sip– una hermosa sonrisa adornó el rostro del niño.
Sonrió con ternura y más cuando su hijo lo rodeó del cuello y lo abrazó. Dos horas después Joe permanecía con la espalda recargada a una pared, su hermana se había llevado a Rodri a la casa dos horas atrás para alimentarlo y ponerlo a dormir su siesta.
–Tienes una buena puntería– se burló su mejor amigo.
–Déjalo– dijo con una ceja alzada, sabía por cual camino iba.
–Embarazaste a Demi la primera vez, la noche de aquella fiesta y ahora dejaste de protegerte y la embarazas– sonrió. –Trataré de hacer lo mismo con Sel– dijo con malicia ganándose una mirada de odio por parte de Joe.
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Abrió los ojos desconcertada, ¿dónde estaba?, su mirada se posó en su esposo el cual la miraba con algo de preocupación.
–Joe...– su voz salió en un susurró. Intentó erguirse en la cama pero él la detuvo.
–Tranquila– le dijo.
–¿Qué me pasó?– le preguntó.
–Te desmayaste– le apartó un mechón de pelo del rostro.
–¿Por qué?– preguntó sin entender.
–Parece que tienes anemia– le dijo –¿No has descansado desde qué me fui a NY no?– le preguntó. Ella guardó silencio, como decirle que apenas podía pegar los ojos en las largas noches que él no estuvo con ella. –Tienes que descansar tonta– se puso de pie y caminó por la habitación. –No te puedes enfermar, le hace daño al bebé–
–Quiero verlo– le pidió. La miró sin entender.
–¿Dónde está Rodri?–
–No estoy hablando de Rodri– se volvió acercar y depositó una mano sobre su vientre. Su corazón latió con rapidez al sentir la mano de su esposo sobre la tela de la blanca sabana acariciando su vientre– Estás embarazada
–Pero...– dijo –Nosotros nos cuidamos– dijo sin creer lo que le decía.
–Antes de irme a New York no lo hicimos cerecita
Se llevó las manos al vientre cuando Joe se hubo alejado y una sonrisa se posó en sus labios. Embarazada. Su sonrisa se desvaneció al ver el rostro de su esposo.
–Lo siento– bajó la mirada apenada.
–¿Por qué?– se pasó una mano por el cabello.
–No querías otro bebé– susurró.
–¿Eso crees?– volvió a preguntarle con una ceja alzada.
–¿Lo quieres?– lo observó con alegría.
–Tonta– susurró. –¿Es mi hijo no?– preguntó.
–Si pero...– dudó. –No querías a Rodri cuando quedé embarazada- nuevamente bajó la mirada, a pesar que hacía ya tres años de aquello siempre tuvo miedo de quedar embarazada nuevamente y que él rechazara al bebé.
&&&&––&&&&
Ya eran las cinco de la tarde cuando a Demi le dieron de alta, debido a la anemia le habían recetado vitaminas, una dieta y sobre todo descansar por lo menos durante tres semanas.
–¿En serió?– preguntaba un hombre de cabellos color chocolate.
–Si, hasta le dio su último chocolate– dijo una mujer de cabellos claros.
–Taba muy tiste papi– dijo la pequeña niña.
Mientras aquella pareja hablaba muy animadamente a pocos pasos detrás iban Demi y su familia.
–¿Entonces no podré abrir mi consultorio hasta dentro de tres semanas?– le preguntaba a Joe quien caminaba a su lado con su hijo en brazos.
–Hija, tienes que descansar– le dijo su padre.
–No estoy cansada– susurró.
–Si no lo estuvieras no andarías desmayándote por ahí– le dijo su hermano.
–Míralo del lado bueno Dems, Rodri, tú y yo podríamos irnos de vacaciones– le dijo su cuñada.
–Olvídalo– le dijo su hermano. –El doctor la mandó a descansar no a andar saliendo– su hijo jaló su camisa llamando su atención. –¿Qué pasa?– lo observó y luego a donde estaba señalando.
Su mirada se posó en la pareja que caminaba pasos delante de ellos, pero en especial en una niña quien miraba hacia su hijo.
–¿La conoces amor?– le preguntó su madre.
–Sip– dijo sonriendo.
–Es la niña que le dio el chocolate– dijo su tía
–¿Chocolate?– preguntó su novio.
–Si, parece que chocaron y ella le dio un chocolate
–¿Dejaste qué Rodri lo comiera?– le preguntó a su hermana.
–No le vi nada de malo– dijo sin entender.
–¿Ali qué miras cielo?– le preguntó su madre con interés.
–Es él– señaló con su manita algo que hizo que sus padre miraran hacia atrás.
La mujer miro a la castaña, la cual se quedó de piedra, la reconoció, estaba muy cambiada pero esa era Miley, su mejor amiga.
Al ver la palidez de Demi se preocuparon.
–¿Te sientes mal Dems?– le preguntó su cuñada.
–¿Querida?– la llamó su suegra. Vieron como la niña corría hacia ellos.
–Hola– saludó con voz chillona y feliz.
–Hola hermosa– la saludó Robert poniéndose a su altura.
Joe dejó a su pequeño hijo en el piso y este se acercó a la niña.
–No ta tiste– se sorprendieron cuando la vieron abrazar a Rodri.
–Ali, amor– se acercó su padre.
–¿No es esa Miley?– le preguntó Nick a su mejor amigo quien observaba a Demi, quien seguía con la mirada fija en la chica.
–Eso parece– le dijo.
–Siento el atrevimiento de mi hija– se disculpó el hombre.
–No se preocupe– le dijo el padre de Demi.
–¿Pero cómo?– habló Demi luego de unos minutos.
–Es un gusto volver a verte Demi– la saludó Miley al acercarse.
Estaba sorprendida, luego de tres años veía a su amiga, lo último que supo de ella había sido una carta donde ella le explicaba sus razones por haberse marchado y alejado. Su mirada cayó al pequeño y abultado vientre de Miley.
Al verla cerrar las manos hasta hacerlas puños lo tomó de los hombros.
–Tranquila– le susurró su esposo.
Esta feliz de volver a verla pero estaba furiosa también, solo recordar que ella había preferido irse y sacarla de su vida la hizo enfurecer.
–Quiero irme– bajó la mirada.
Joe la guió saliendo hasta el estacionamiento del hospital dejando a los demás atrás.
–Vamos pequeñín– le dijo Nick tomando a Rodri en brazos el cual protestó.
–Tiito– protestó el niño.
–Tu hija es una monada– le dijo Sel antes de marcharse detrás de su novio y sobrino.
–¿Me odia no?– preguntó con tristeza Miley a Zac.
–Solo está dolida– le contesto.
&&&&––&&&&
Al fin luego de varios minutos en casa Demi  había dejado de llorar.
–Se veía feliz– susurró.
Estaban en la habitación acostados mientras ella tenía la cabeza apoyada en su pecho y él acariciaba sus castaños cabellos.
–¿Eso es lo importante no?– le preguntó, recordaba todo el dolor de la castaña el primer año de la partida de su mejor amiga, trataba de esconderlo pero con él presente no podía. Luego de dos meses de la ida de Miley pensó que ella se había resignado pero cuando recibió aquella carta se derrumbó y estuvo triste por largos meses hasta que ella misma había decidido no llorar más.
–Supongo que si– sintió la mano que estaba antes en sus cabellos recorrer su espalda.
–¿Hablarás con ella?–
–No sé
–Pequeña tonta– sonrió
–No me digas así– levantó el rostro y lo miró. –D-E...–
–Demi– susurró su nombre lentamente, saboreándolo, nunca le había dicho y ni le diría pero le gustaba llamarla por su nombre, llevó una mano tras su cuello y la hizo inclinar la cabeza para quedar a escasos centímetros de sus labios. Unos golpes en la puerta los interrumpieron.
–La cena está servida– escucharon detrás de la puerta la voz de una chica de servicio.
–Estoy hambriento– le dijo cuando ella volvió a recostar la cabeza en su pecho.
–No quiero salir de la habitación– le dijo.
–Necesitas comer
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–¿Cómo estás?– le preguntó su padre cuando ambos estuvieron en el comedor.
–Bien– sonrió.
Joe podía llegar a ser un tonto aunque habían pasado tres años pero siempre la animaba de una forma u otra.
 PDV Rodri
Vi como mami y papi llegaban al comedor, mi mami venía feliz, muy feliz. Papi de seguro le había dado besitos, sip, a mi corta edad sé mucho, a veces papi me dice que eso lo saqué de él. Todavía hay palabras que no sé decir muy bien, pero entiendo claramente la mayoría de las cosas. ¿Lo tan notando verdad?
Miré a mi papi con celos, no entendía que mami era mía. Mi mami era tan linda, siempre me besaba, jugaba conmigo, me hacía cosquillas y cuando papi me dejaba, nos duchábamos juntos.
En el hospital me sentí triste, no quelía un hermanito o hermanita, ellos lo iban a queler más que a mi o por lo menos eso pensé antes de que papi me hablara. Tiita y tiito dicen que soy igualito a papi, tanto como físico como en carácter. Al decirme papi que él y mami siempre me iban a amar me sentí feliz de nuevo, él siempre cumple sus promesas.
Mi misión era ahora cuidar de mi mami pala que mi hermanito tuviera bien y conseguir que papi dejara de besarla. Solo yo quería besar a mi mami.
 Fin PDV Rodri
–¿Donde ta hermanito?– preguntó el pequeño Rodri llamando la atención. –Quelo verlo–
–Pequeñín para eso tienes que esperar– le dijo su abuelo.
–¿Por qué?– preguntó sin entender.
–Que lo traiga la cigüeña amor– dijo su madre con una pequeña sonrisa.
–No le mientas– le dijo Joe.
–¿Cigüena?–
–Si, ella trae a los bebés– ignoró a su esposo.
 PDV Rodri
¿Un ave?, tenía muchos libros de animales y la cigüena era un ave. ¿yo salí de un ave?.
–¿Salí de un ave?– no sabía de donde venían los bebés.
Mami se quedó en silencio y vi que se sonrojo cuando papi le dijo algo al oído.
–Si, una cigüeña trae a los bebés de París– me dijo y yo solo pude alzar una ceja.
Me quedé pensando.
–¿Tonces cuándo la cigüena me trajo a mami y a papi yo era un huevo?– pregunté sin entender.
–No– dijo mami con rapidez y pude escuchar como abuelos y tiitos reían y ella solo se sonrojaba.
–No lo confundas más cerecita– escuché decir a papi. Él siempre la llamaba así, una vez me dijo que lo hacía porque mami sonrojada parecía una cereza  y que ese era su nombre personal para ella. Pero eso solo yo lo sabía –Naciste del vientre de mami campeón– me dijo papi.
–¿La baliga?– pregunté.
–Si, ahora tu hermanito está donde tú estabas–
Bueno lo que decía papi era más creíble que lo que dijo mami. Papi era muy inteligente, él siempre ayudaba a mami cuando ella no entendía cosas. Saben, creo que mami sabe todo lo que sabe por mi papi.
 Fin PDV
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Dos horas luego de haber cenado estaban reunidos en la sala, ¿Sus padres juntos?, esa si que no se la esperaban. Hacía algunos meses que la madre de Joe volvió de New York y tanto ella como el señor Lovato se habían vuelto realmente amigos pero no creían que había algo más. Los únicos que no parecían sorprendidos eran Zac y Robert ya que ellos lo sabían.
–Nunca nos dijeron nada– dijo Sel
–Queríamos estar seguros– contesto su madre.
Sel la había perdonado meses después del nacimiento de Rodri y aunque sabía que no se merecía el perdón de ningunos de sus hijos saber que su hija la había perdonado la hacía sentir algo en paz. Con Joe era más difícil, cuando intentó acercarse a su nieto él no se lo impidió y tampoco le prohibió irle a visitar pero solo eso, trataba de no hablarle o simplemente de evitarla cuando sabía que iría a su casa.
–¿Te quedarás aquí, entonces?– le volvió a preguntar.
–Si– aceptó su madre.
Jorge, el quien fue su amante había muerto de cáncer hacía dos años y este le había dejado toda su fortuna, ella quien siempre pensó que él no tenía ni en que caerse muerto. Antes del morir le había pedido en forma de juramento que perdonaría a Rodrigo por todo lo que le hizo y que encontraría la felicidad. Cuando conoció al padre de Demi, en el bautizo de su nieto supo que él era esa felicidad.
–Pues felicidades– dijo Nick quien había estado en silencio. Sabía que su amigo quería perdonar a su madre, pero todavía había demasiado dolor en su corazón.
– ¿Abuelitos se quelen?– preguntó el pequeño quien jugaba con sus juguetes.
–Si amor– le dijo su madre con una sonrisa. –Se quieren como papi y mami
–¿Tonces tendrán bebés?– volvió a preguntar. Guardó silencio al ver a Joe ponerse de pie.
–Joe– lo llamó Demi.
–Tengo cosas que hacer– dijo para luego alejarse.
&&&&––&&&&
Habían pasado dos semanas desde que había vuelto a ver a Miley, y dos semanas de estar en cama por órdenes de Joe y su cuñada. En esos momentos estaba con Rodri.
–Pasa– levantó la mirada al escuchar la voz de su cuñada.
–¿Qué haces aquí?– le preguntó a la mujer que venía con esta.
–Ella quería hablar contigo Dems– le dijo Sel.
–Me gustaría hablar contigo– comento Miley. Rodri las miraba a las tres con curiosidad.
–Cariño– lo llamó su tía. –¿Quieres jugo?– le preguntó con una sonrisa.
–Siiip– dijo con una sonrisa. Corrió delante de su tía y salió de la recamara.
–Estaré abajo– le dijo Sel –Cualquier cosa ya sabes– dijo antes de salir.
–Es toda una monada– comento Miley luego de unos minutos en silencio.
–Gracias– dijo recogiendo un juguete y volviéndolo a poner en el cajón.
Tenían tantas cosas que contar y tantas preguntas que hacer.
–Pensé que estabas enferma– dijo cuando al fin se atrevió a hablar.
–Lo estoy–
–Pero tienes una hija y estás embarazada– le dijo.
–Descubrí que estaba embarazada luego de tres meses de irme de aquí, en unas de esas tantas citas medicas– le dijo.
–¿Y está bien?– tuvo curiosidad.
–Si, está sana– le dijo con una sonrisa. –Logan también y hasta ahora mi bebé– se acarició el vientre.
–Me alegro–
Ambas estuvieron hablando por unas cuantas horas, tenían demasiado cosas que hablar.
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Ambos estaban acostado en la cama, Demi acurrucada en su pecho mientras Joe le acariciaba el pelo.
–Miley y yo quedamos en llevar a Rodri y Ali al parque mañana– susurró, estaba feliz de tener nuevamente a su amiga.
–Ella...– como preguntarle, sabía que el VIH solo se contagiaba con contacto sexual u otros tipos de contactos con fluidos pero eso no quitaba que se preocupara por ella o por Rodri, que su pequeño hijo compartiera con aquella niña lo preocupaba.
–Ali no tiene VIH– le dijo levantando la cabeza y observándolo. –Está sana, Rodri no está expuesto– le dijo con una sonrisa –Y por mi no te preocupes– le pidió.
–Cuídate– respiró de manera profunda –Recuerda que estás embarazada y necesitas descansar– le recordó.
–Creo que estás muy protector– inclinó el rostro con intenciones de besarlo.
–No tonta– la observó con una sonrisa.
–Te amo–
– ¿Cuánto?– le preguntó con burla.
–Mmm– dudó – ¿Puedes contar las estrellas del cielo?– le preguntó.
–No– la miró.
–Así y más te amo
La miró larga y profundamente, ella y su hijo eran los más importante para él.
–Demi...– dijo en un susurró.
Ella le demostraba tan fácilmente su amor que a veces temía, temía lastimarla.
– ¿Si te lastimara me perdonarías?– tuvo la necesidad de saber.
– ¿Lastimarme?– preguntó sin entender.
–Si– contesto Joe
–Confío en ti– sonrió.
–Tonta– le acarició una mejilla con ternura.
–¿Tú me amas mucho?–
–Si– dijo –Demasiado– Con un rápido movimiento la dejó bajo su cuerpo.
–¡¿Qué haces?!– le preguntó sorprendida.
–Planeo hacerte el amor nena– inclinó el rostro hasta rosar sus labios.
– ¿Estás feliz de qué serás padre nuevamente?–
–Todo y que no sea como lo fue con Rodri– le dijo con una sonrisa. –No puedo apartar las manos de tu cuerpo– aunque la amaba no estaba dispuesto a pasar por lo que pasó cuando estuvo embarazada de Rodri, esos antojos constante no eran bien visto por él.
Estuvo por decir algo pero la boca masculina apresó sus labios en un suave y alargado beso, separó los labios permitiéndole deleitarse y disfrutar de su boca. Sus manos se movieron por el contorno de su cintura y caderas. Tal vez siempre tendrían unos que otros problemas pero se amaban y estaban seguros que superarían cualquier obstáculo que se interpusiera entre su felicidad y la de sus hijos. Por Rodri y por su futuro bebé sería los mejores padres.
&&&&––&&&&
–¿Y por qué no hacemos un bebé?– le preguntaba Nick a su novia besando su cuello.
–No hasta que nos casemos– decía sonriendo.
–Eras mala amor– se acercó a sus labios.
–Y tu un pervertido– se mordió el labio al sentir como acariciaba sus pechos.
–Que puedo decir– susurró antes de besarla. –Soy un adicto a ti–
–Nick– lo llamó cuando este se acomodó sobre su cuerpo. –¿De verdad quieres casarte conmigo?– le preguntó cuando la miró.
–Es lo que más quiero en este mundo– le aseguró. –Eres mi vida Sel– dicho esto la besó y se deslizó dentro de su cuerpo, haciéndola jadear.
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Con la respiración entre cortada se acomodó al lado de Demi mientras esta se acurrucaba en su pecho. Hacerle el amor era algo de lo cual nunca se cansaría, las reacciones de su cuerpo ante su tacto era el más placentero y delicioso.
Se apretó más contra el cuerpo de su esposo, tal vez tres años atrás Joe Jonas hubiese sido un arrogante, engreído, bruto, mal hablado, etc. Pero ese era el hombre que amaba y solo al lado de él quería estar, no era de los hombres que demostraban mucho sus sentimientos cuando tenían público pero entre las cuatros paredes de su habitación era otro. Él era difícil de amar, pero estaba segura que algún día sería todo lo contrario.
Demi Lovato no era la mujer que un principio hubiese querido para tener como esposa pero no podía sentirse más orgulloso, no era inteligente, era poco observadora y muchas otras cosas pero así la amaba y la amaba con locura. Ella era todo lo que él no era, justo lo que necesitaba a su lado. La única persona que podría hacerlo enojar con facilidad y la única que lo podía hacer sonreír.
Los brazos de Morfeo los envolvieron y ambos cayeron en una tranquila oscuridad ignorando que la puerta de la recamara era abierta por su pequeño hijo quien entró a la habitación y se coló entre las sabanas. Como pudo se acomodó entre medio de sus padres y no tardó en dormirse entre el calor de sus progenitores.
No importara que se atravesara en su camino siempre iban a estar así los cuatros. Juntos.

Hard to Love (Jemi) Cap. Final 17


–Por favor Sel– le decía la castaña.
–Nick solo me dijo eso, no me dijo porque motivo Miley se marchaba– le dijo.
–Necesito que me explique porque se irá– decía tomando su cartera y celular.
Desde que había pasado lo de la madre del castaño este le había sacado un celular.
–¿Para dónde vas?– le preguntó al ver que la castaña tenía intenciones de salir.
–A su casa– dijo con decisión.
–¿Y el bebé?– le volvió a preguntar.
–Regresaré antes de que despierte– le aseguró.
Atravesó el pequeño corredor con intenciones de marcharse pero la puerta se abrió dejando ver a Joe y Nick.
–¿Para dónde vas?– le preguntó con una ceja alzada al verla.
–¿Por qué no me dijiste qué Miley se marcharía?– le preguntó. Joe desvió la mirada hasta su hermana al llegar a la sala.
–Era mejor que no lo supieras– le dijo con simpleza.
–Tenía derecho– al oír esto el chico suspiró con fastidio.
–Ella tiene sida– soltó sin nada de delicadeza.
La palidez se apoderó de su rostro al escuchar aquello, Miley, su mejor amiga no podía tener aquella enfermedad. Era imposible.
–No juegues con algo así– le pidió.
–No estoy jugando cerecita– se le acercó y la observó– Ella no quería que lo supieras– le dijo.
–Pero...– sintió los ojos humedecérseles. –Por favor dime que no es verdad– le pidió al lagrimas deslizarse por sus mejillas. –No me importa que tenga esa enferme...– se mordió el labio.
No pudo hacer otra cosa que abrazarla al verla en aquel estado.
–Shhh– susurró. –No llores tonta– sintió como ella se abrazó más a él.
Dos horas después la castaña se había tranquilizado.
–Me tenía que decir que le pasaba– decía con mirada vacía observando la taza de té que le había dado su cuñada –Yo la apoyaría, nunca la dejaría sola– una solitaria lagrima se deslizó por unas de sus mejillas y la apartó con tristeza.
–Ella decidió enfrentarlo sola– le dijo Nick.
–Quiero estar con ella– les dijo.
–Demi– la llamó con advertencia Joe.
–Por favor Joe– lo miró con tristeza.
–Ella se fue hoy– le dijo dejando escapar un suspiro.
Sintió su corazón oprimirse al escuchar aquello. No le gustaba verla en aquel estado, no era bueno para ella y menos teniendo apenas unas semanas de haber dado a luz. Los llantos del bebé hizo que todos miraran el pequeño radio de donde provenían los gritos de Rodrigo.
Joe se puso de pie con rapidez y fue por su pequeño hijo.
–Tranquilo campeón– le dijo cuando llegó a la habitación y se acercó a la cuna.
El llanto del pequeño cesó cuando su padre lo tomo en brazos.
–¿Tienes hambre no?– su pequeño hijo lo observó como si lo entendiera y nuevamente empezó a llorar. –Esos es un sí– dijo con una sonrisa.
Cuando volvió a la sala la castaña todavía seguía observando la taza.
–¿Estás bien?– le preguntó el chico sentándose en la cama.
La castaña permanecía acostada de lado mientras el bebé estaba acostado en la cama y ella lo alimentaba.
–Todo estará bien– le dijo al ver que ella solo guardaba silencio.
–Se va a morir– susurró.
–No pienses en eso– le pidió.
Era tarde en la noche, ambos estaban despiertos porque el bebé había llorado por tener hambre.
–No quiero que muera– una silenciosa lagrima se deslizó por unas de sus mejillas.
–¡Deja ya de llorar!– estaba frustrado al verla tan triste.
–Es que...
–Es que nada– le dijo con seriedad al ponerse de pie. –Olvídate de eso– le ordenó.
Miró a su bebé quien se había quedado dormido, lo tomó en brazos y se dispuso a sacarle los gases.
–¿Me amas?– tenía miedo, primero fue su padre quien se alejó de su lado y ahora su mejor amiga. No se quería quedar sola.
–Tonta– se acercó lo suficiente como para así poder besarla –¿Tú qué crees?– le preguntó con una sonrisa.
–Que si– sonrió.
Le dio un ligero y rápido beso o por lo menos esas eran sus intenciones antes de ella separar los labios, su pequeña y húmeda lengua se coló entre los labios masculinos y acarició el interior de la masculina boca. El pequeño eructo de Rodri los hizo separar.
–Alguien por aquí está celoso– dijo con una sonrisa al mirar el rostro de Joe.
Desde el nacimiento del bebé toda la atención de la castaña era para su pequeño hijo y si sacamos que desde que ella llegó a la casa había estado enojada con él sin justificación pues no estaba celoso, estaba celosícimo.
–No estoy celoso– le dijo tomando al bebé en brazos cuando ella se lo pasó para que lo acostara.
–Claro que si– le dijo divertida al acostarse.
–No estoy celoso– le volvió a decir luego de acostar a su pequeño hijo, apagar la luz y acostarse a su lado.
–¿A no?– le preguntó. Ambos estaban de lado y mirándose– No me puedes tocar– le dijo con una sonrisa. –Rodri si–
–Cuidado cerecita– le advirtió.
–Estás en abstinencia lobito– una coqueta sonrisa se posó en sus labios.
–¿Lobito?– le preguntó con una ceja alzada.
–Eres mi lobito– lo rodeó del cuello y se acercó a su boca.
–Cerecita– la llamó cuando Demi roso sus labios.
–¿No me deseas?– le preguntó con coquetería al pasarle la lengua por los labios.
¡Oh mierda!, esa jodida mujer lo estaba tentando y él no podía tocarla por estar en la cuarentena. Sintió su pene latir al ella empezar a deslizar sus labios hacia su cuello.
–Demi– su voz fue ronca. Deslizó la lengua sobre la piel del cuello del chico mientras a la misma vez deslizaba una mano para acariciar el fuerte abdomen de este el cual al sentir la pequeña mano de la castaña gruñó– Estarás en problemas– le advirtió al sentir su mano acariciar su erección sobre la tela del pantalón del pijama.
–¿No te gusta?– le preguntó sonrojada.
–Dímelo tú– no le permitió hablar ya que se apoderó de su boca en un hambriento y caliente beso.
Separó los labios y lo dejó explorar y saborear el interior de su boca, desde que Rodrigo había nacido no habían compartido un beso tan íntimo. No pudo evitar deslizar unas de sus manos hasta unos de sus pechos el cual acarició. Gimió contra sus labios al sentir como acarició unos de sus sensibles pezones sobre la tela de la bata.
Necesitaba detenerse, no la podía tener. Mordisqueó y succionó la lengua femenina. Se separó de su boca de mala gana cuando necesitaron respirar.
–Eres una nena muy mala– con un dedo acarició su labio inferior mientras que las caricias sobre su pecho se detenían. –Muy, muy mala–ella permanecía sonrojada y con la respiración entre cortada.
–Te amo– lo miró con ojos brillantes, estaba excitada.
–Estás caliente– sonrió con malicia y le dio un lento beso.
–No– negó sonrojada.
–¿A no?– respiró sobre su rostro. –Deseas que te haga mía– susurró en su oído. –Que te tome– continuó. –¿Quieres saber cómo lo haría?– su tono fue de picardía.
Sintió seca la garganta y apenas podía pasar saliva.
–Te besaría el cuello, luego deslizaría la lengua hasta el valle entre tus pechos– diciendo esto iba recorriendo con la mano el lugar del cual hablaba. –Acariciaría tus pechos con lentitud hasta que me pidieras que te chupara– su voz era baja y ronca, llena de lujuria. –Succionaría esos pequeños pezones– sus dedos dibujaron el pequeño pezón sobre la tela.
–Joe...– no pudo evitar gemir su nombre al él acariciarla. –No...no podemos– se mordió el labio.
–Tranquila– susurró con voz ronca.
Deslizó su mano hasta su vientre y ella se estremeció por la ligera caricia. Intentó separarse de él pero este la tomó de la cintura y la mantuvo firme cerca de su cuerpo. Su aliento se detuvo cuando Joe la miró, sus ojos brillaban a través de la oscuridad. Sentía su centro húmedo, muy húmedo, lo deseaba demasiado.
–Sé que no podemos muñequita, pero...– su mano volvió a sus pechos acariciando con descaró el pequeño pezón y sintió como algo mojaba sus dedos.
–¿Le quitarás la comida a tu propio hijo?– no pudo evitar preguntarle.
–No se enterará– le dijo con malicia mientras su otra mano delineaba su trasero. –Puedo tomarte por aquí– susurró con lentitud.
El jadeo de Demi solo hizo que se excitara más y que su erección le doliese.
–N..no–
Cuando le quitó la bata para dejarla solo en bragas sintió el suave roce del torso masculino contra sus pechos. No pudo evitar que la boca se le hiciera agua al observas los pechos y al ver como una pequeña gota blanca del alimento de su bebé se escurría por un pequeño y sensible pezón y eso solo causó que se pasara la lengua por los labios con hambre. Estaba hambriento por ella, por saborear y succionar sus pechos los cuales parecían un delicioso manjar el cual él iba a degustar.
Un pequeño grito de placer se le escapó cuando la boca del castaño se cerró sobre unos de sus sensible pezones mientras que sus manos la tomaban del trasero y la apretaba contra su palpitante miembro. La acarició con la lengua y succionó el pequeño montículo saboreando por primera vez el alimento de su bebé. No podía tenerla de esa manera tampoco por el recién parto pero esa noche se saciaría de sus pechos hasta quedar satisfecho y complacido.
–Eres el muñeco de mamá– le decía la castaña a su bebé al besar sus sonrosadas mejillas.
–Será difícil que empieces la universidad– le dijo Sel que la observaba jugar con el bebé.
–Si– dejó escapar un suspiro. –No quiero separarme de él– miró como su pequeño hijo le tomaba un dedo y trataba de llevárselo a la boca.
Rodri ya tenía dos meses de nacido y ya mañana tenía que entrar a la universidad, tanto el Nick como Joe habían empezado hacía un mes. Ambas estaban en la sala y se veían unas cuantas cajas de mudanza. Se mudarían, los dos jóvenes habían comprado una casa, después de todo con un bebé necesitaban más espacio.
El timbre de la puerta llamó su atención.
–Yo voy– dijo Demi al pasarle a Rodri.
Abrió los ojos con sorpresa cuando abrió la puerta y vio a la persona que estaba del otro lado.
–Pa...pá– dijo sorprendida.
–¿Puedo pasar?– le preguntó su padre.
El nudo en la garganta no le permitió hablar y solo se pudo echar hacia un lado para dejarlo pasar.
–¿Q....qué haces aquí?– le preguntó cuando pudo hablar.
Selena que permanecía con el bebé en brazos observó a la castaña y al hombre.
–Zac me dijo que diste a luz– le dijo.
–Sí– aceptó. –Hace dos meses– dijo con orgullo.
Recordar que su padre no la había apoyado no le causó ni rencor ni tristeza, ahora tenía su vida, una familia, un esposo que la amaba y un hermoso bebé.
–Te vi en tu boda– le dijo. Se sorprendió al escuchar aquello.
–¿Estuviste ahí?– le preguntó. El hombre solo asintió– ¿Qué haces aquí?– se atrevió a preguntar.
–Quería conocer a mi nieto– dijo desviando la mirada hasta el pequeño Rodrigo quien lo miraba con curiosidad. –Es todo una monada– dijo con una pequeña sonrisa cuando el bebé sonrió –Espero que algún día puedas perdonarme– le dijo y estuvo dispuesto a marcharse.
–¿No quieres cargarlo?– le preguntó causando que se detuviera. –Es tu nieto– no le guardaba rencor, si su padre quería acercarse a su bebé no le quitaría ese privilegio.
Sel se acercó al hombre y le entregó a su sobrino el cual hizo una mueca amenazando que lloraría por estar en brazos extraños.
–No llores amor– le dijo su madre acariciando su pequeña cabecita. –Tengo que ducharme– Rodrigo la observó con pequeñas lagrimitas en sus ojitos.
–Ve dúchate– le dijo su cuñada.
–En la nevera está su leche– le dijo, besó su frente y se marchó.
Al instante que su mamá se alejó luego de besarle la frente y su tía se fue a la cocina empezó a llorar.
–Sabes– dijo su abuelo el cual cuando sintió a su pequeño nieto entre sus brazos no pudo evitar que los ojos se les llenaran de lagrimas. –Soy tu abuelo– el bebé lo miró y dejó de llorar unos momentos, solo unos momentos porque luego empezó a llorar nuevamente.
Apenas entraron en el departamento escucharon el llanto de su pequeño hijo, al llegar a la sala y ver aquel hombre extraño con su bebé en brazos lo enfureció. ¿Quién era aquel hombre, por qué su hijo lloraba cómo si la vida dependiera de aquello?. Su reacción no se hizo esperar y se acercó a aquel hombre, Nick tuvo que reaccionar rápido al ver como su amigo había tomado a aquel hombre del cuello de la camisa luego de tomar al bebé.
–¡¿Qué coño le haces a mi hijo?!– bramó.
–Joseph– lo llamó Nick.
Nick no pudo hacer nada cuando Joe le pasó al bebé para enfrentar a aquel hombre.
–¡¿Quién eres maldito?!– espetó.
–¡Joe no!– dijo Sel quien venía con el biberón del bebé. –Es el papá de Dems– le dijo.
Joe soltó al hombre de mala gana y miró a su hijo el cual luego de haber sentido que estaba en los brazos de su padre había dejado de llorar y ahora estaba sonriendo en los brazos de Nick.
–¿Por qué lloraba?– le preguntó.
–Solo tiene hambre– le pasó el biberón a su novio.
El niño al ver el biberón estiró sus manitas.
–¿Dónde está Demi?–
–Está duchándose– le dijo.
–¿Y este qué hace aquí?– miró al hombre con desprecio. –No creo que tenga nada que hacer en mi casa
–No seas grosero Joseph– le dijo su hermana. –Es el padre de Dems– le recordó.
El chico solo hizo una mueca de fastidio. Vio como la castaña se acercaba, traía unos jean's y un top anaranjado.
–¿Pasa algo?– le preguntó al verlo con una ceja alzada.
–¿Qué hace este hombre aquí?– le preguntó.
–Quería conocer a su nieto– dijo con simpleza.
–Rodri no lo necesita– dijo.
–Joe por favor– le pidió.
Que ella estuviera de acuerdo con que su padre visitara a su bebé era una cosa, pero sabía que Joe no iba a estar de acuerdo.
–No creo que ahora tenga que venir y aparecer en la vida de Rodrigo y en la de mi mujer luego de darle la espalda cuando ella más lo necesitó–
El hombre no supo que decir, el chico tenía razón de sobra para odiarlo. Nick entendía a su amigo, ese hombre no podía y aparecer como si nada hubiese pasado.
–Será mejor que me marche– dijo el hombre. –Cuídate y cuida a tu bebé– le pidió el hombre a su hija.
–Yo...– observó a su esposo –Te llamaré para decirte cuando puedes ir a visitarlo– le dijo con una pequeña sonrisa.
– Joe– llamó al castaño. Estaba seguro que era más de media noche, quería dormir, mañana se tendría que levantar temprano para ir a la universidad– ¿Estás dormido?– la escuchó preguntar.
–¿Qué quieres?– le preguntó, con ignorarla no conseguiría nada.
–¿Me amas?– le preguntó con una pequeña sonrisa.
–No– le daba la espalda.
–¿Ni un poquito?– le preguntó sonriendo.
–Duérmete cerecita– le ordenó. –Mañana tenemos que ir a la universidad– le recordó.
–Dime que me amas– le exigió haciendo un puchero.
–No– le dijo. Cuando no la escuchó durante cinco minutos agradeció y se dispuso a dormirse pero unos pequeños sollozos llamaron su atención– ¿Qué mierda?– al escuchar los sollozos de la castaña giró entre las sabanas para quedar frente a ella. –¿Por qué lloras tonta?– le preguntó preocupado. La observó sin entender, gracias a que la recamara era iluminada por una pequeña luz por el bebé pudo ver como tenía el rostro escondido entre sus manos.
–N...no me amas– sollozó.
–No llores muñequita– la abrazó y la acercó a su cuerpo. –Te amo tonta, Rodri y tú son mi vida– le dijo acariciando su castaña cabellera.
–Lo sabía– se había separado de él con una sonrisa y ahora le sacaba la lengua. –No puedes vivir sin mi–
–Maldita...– los labios de Demi lo hicieron callar con un beso.
–Te amo mi lobito– le dijo sonrojada y lo rodio del cuello para fundirse en un beso.
Solo el pequeño roce de los labios de la chica causó excitación en su cuerpo. La rodeó de la cintura y la acercó hasta su cuerpo. Deslizó la lengua entre los labios masculinos y saboreó su interior, lo deseaba tanto.
–No– se separó de ella de mala gana.
–¿Por qué?– le preguntó sin entender.
–En estos dos últimos meses solo hacemos esto– dijo con frustración. –Me tientas y al final no puedo tenerte– alzó una ceja al ver como ella se sonrojó para luego sonreír. –No tiene nada de gracioso– le dijo.
–¿Quién dice qué ya no me puedes tener?– desvió la miraba avergonzada, hacía ya como casi un mes que había pasado de la cuarentena pero por alguna razón dejó que Joe lo siguiera creyendo.
El chico la miró largamente al verla avergonzada.
–¿Desde cuándo?– le preguntó al entenderlo todo.
–Casi un mes– levantó el rostro y lo enfrentó.
Abrió los ojos con incredulidad, ganas de estrangularla no le faltaron. Estuvo todo ese tiempo sin tocarla por pensar que todavía estaba en la cuarentena pero no, esa estúpida se había burlado de él. Lo observó detenidamente al ver como se había puesto serio.
–Yo quería pero...– se mordió el labio. –Quería estar contigo sin que hubiese sexo– era cierto, muchas veces tuvo que hacerse la dormida para tranquilizarse.
–¿Quieres ahora o solo quieres qué nos besemos sin nada de sexo?– le preguntó con sarcasmo, estaba enojado, en esos días la había deseado sobremanera y al no poder tenerla tuvo que recurrir a unas cuantas duchas frías las cuales no le hacían mucho efecto.
–Si– quería que la tocara, quería sentirlo.
–¿Si quieres o no quieres?– seguía con el mismo sarcástico tono.
–Si...quiero...– lo vio sonreí con malicia para luego darle la espalda.
–Ahora soy yo el que no está disponible– estúpida mujer.
Rodeó con los brazos su fuerte cintura y se apretó contra él frotando sus pechos contra la fuerte y masculina espalda.
–Hazme tuya– susurró contra la parte de atrás de su cuello.
Si ella pensaba que lo contentaría con eso estaba muy equivocada, no le haría el amor mientras ella lo quisiera. Las pequeñas manos de la castaña empezaron a acariciar su abdomen, amenazando con deslizarse hasta su palpitante miembro el cual deseaba ser rodeado por aquellas pequeñas manos
–¿No quieres?– su voz era un susurro. –Parece que estás algo ansioso– él era su marido y si no quería hacerle el amor ella conseguiría todo lo contrario.
Cuando ella estaba dispuesta a tocar su erección la detuvo.
–No– le dijo con tono cortante.
La castaña se sorprendió al escuchar la demandante negación, ¿tanto se había enojado?, se preguntaba. Estuvo unos minutos en silencio y sin saber que hacer, luego de pensarlo varios minutos decidió que lo mejor era dejar que se le pasara el enojo, suspiró con desilusión, cuanto le gustaría que la tocara.
Las manos de Demi intentaron abandonar su cintura, pero el la detuvo.
–Quédate quieta– le ordenó. No entendió pero lo obedeció.
Con lentitud guió unas de las femeninas manos hasta su miembro. Se sonrojó fuertemente al tocar la erección del chico.
–No puedo dormir así– fue todo lo que dijo al separar sus manos de las de ella y dejarla entre sus piernas bajo su ropa interior.
Lo empezó acariciar con lentitud, su erección estaba dura y palpitante entre su mano. Necesitó todo su auto control para no gruñir por las caricias recibidas. Maldijo por lo bajo al a verle enseñado como acariciarlo.
Se sintió frustrada, lo acariciaba como él le había enseñado y ningún jadeo por parte.
–Lo siento– se separó de su cuerpo y con rapidez le dio la espalda ocultando el brillo de sus ojos por causa de las amenazantes lagrimas.
–Nunca vuelvas a dejarme caliente– susurró con voz ronca contra su oreja.
Su aliento se había detenido al sentir como Joe la había abrazado de espalda y con rapidez unas de sus manos se adueñó de unos de sus pechos.
–¿Estamos calientes no nena?– susurró rosando el lóbulo de su oído. –Muy caliente– tomó el lóbulo y lo mordisqueó.
–Joe...– gimió ante aquello.
–¿Si?– su tono fue burlón y malicioso.
Deslizó su mano libre por su vientre, solo tenía dos meses de haber dado a luz y su vientre estaba plano. Introdujo la mano bajo las bragas y acarició su sexo.
–Mmm– era como si la estuviera saboreando. –Eres una nena mala– dijo.
–N...no...– la caricia sobre su centro de placer la hizo jadear.
–Solo las nenas malas mojan las bragas– deslizó la lengua por todo el contorno de su ojera hasta la parte de atrás del cuello. Apretó con suavidad sus pechos mientras sus dedos acariciaban su botón de placer.
–...Joe....–
–Shhhh– susurró contra su piel. –Despertarás al bebé– susurró con picardía al introducir un dedo en su interior. Su aliento le acarició la piel y luego mordisqueó su cuello. –¿No queremos qué despierte no?–
Se mordió el labio inferior con fuerza al sentir cuando la empaló con su dedo.
–Me las cobraré todas– fue una amenaza caliente y excitante.
Apartó las manos de su cuerpo y se colocó sobre ella besándola con pasión, arrancándole jadeos. Acarició los fuertes músculos de la espalda masculina.
–Vas a gritar– le aseguró al separarse de su cuerpo, le quitó la bata y la dejó en bragas ante su caliente y hambrienta mirada.
Tomó un pequeño pezón entre sus labios, lo lamió y succionó.
–......mmm...– gimió de placer.
Querida Demi:
Perdóname por no haber tenido el valor suficiente para escribirte unas cuantas líneas antes. De seguro me odias por haberme ido sin decirte pero no podía, no tenía el valor suficiente. Ahora dos meses después me atrevo a escribirte para decirte porque mi huida, tengo sida amiga, si, me voy a morir.
No sabes cuanto me arrepiento de haber malgastado mi vida, fui una tonta, tan tonta que me acosté con el chico al cual amas, perdóname por eso, de verdad perdóname, en esos momentos solo pensaba pasarla bien y Joe siempre fue unos de los chicos con el que más disfrutaba en la cama.
Espero que Joe te haga feliz, te lo mereces. Cuida mucho de tu bebé que de seguro será una monada.
Tu mejor amiga, Miley
–¿Estás segura qué no te gustaría regresar?– le preguntaba su madre.
–Si mamá– dijo mientras doblaba la recién escrita carta y la metía en el sobre.
Su madre la miró con tristeza, si hubiese estado al pendiente de su hija aquello nunca había pasado. Todo era su culpa.
–Lo siento tanto hija– la abrazó a la misma vez que amargas lagrimas mojaban sus mejillas.
–No importa mamá– dijo con una pequeña sonrisa.
–....Ahhhhh.....– gemía Demi.
La tenía agarrada de las caderas mientras su boca y lengua se movían con maestría sobre su húmedo sexo. Se mordió el labio para callar un fuerte gemido cuando el orgasmo vibró por todo su cuerpo, pero las caricias sobre su intimidad no cesaron. El segundo orgasmo no se hizo esperar y esta vez fue más fuerte causando que unas lagrimas se le escaparan.
Estaba tan vulnerable y sensible ante el fuerte orgasmo que cuando Joe se colocó entre sus piernas y la penetró con rapidez solo pudo arquearse contra él y buscar sus labios con desesperación.
–...¿T..te gus...ta?– jadeó contra sus labios mientras la embestía con lentitud.
–....Má.......más.....– gimió con frustración.
–¿Más lento?– le preguntó con malicia.
–........N........no......– tuvo ganas de llorar cuando él dejó de moverse. –.....Rá....rápi....do....– movió las caderas en busca de una profunda penetración. –....Joe....– él quería matarla, ¿por qué se había detenido?
Salió de su interior, dejándola separada solo por la punta de su miembro.
–...Po....por fa...vor....– suplicó.
Arremetió de una sola estancada contra su sexo, arrancándole un fuerte grito de placer.
Las embestidas se hicieron rápidas y profundas arrancándole gemidos y jadeos a ambos. Le rodeó la cintura y se movió contra él buscando una penetración más profunda.
–.......M.....más.........– y él así lo hizo.
Se besaron entre gemidos con hambre.
–Te...a...mo...– saboreó cada rincón de su boca con placer para luego deslizar la lengua hasta el femenino cuello y mordisquear.
–.............Ahhhhh.......– gimió echando la cabeza hacia atrás dejando su cuello a su merced.
–Grita nena– susurró contra la piel de su cuello. –Grita mi nombre bebé– sentía el cuerpo de Demi vibrar entre sus brazos. Cada penetración la llevaba más y más cerca del orgasmo. –Córre....te– su sexo se apretaba delicioso contra su miembro. –Córrete pa....ra mi....–
–Joe..........Joe...........– chilló al sentir su bajo vientre contraerse y el orgasmo golpear su cuerpo.
Su cuerpo reaccionó ante el grito de Demi y dando una última y profunda embestida se derramó en su interior en un salvaje gruñido. Se besaron entre medio del éxtasis del orgasmo y jadearon por placer y la falta de aire.
El llanto de su pequeño hijo los frustró, genial, en pleno orgasmo y su bebé lloraba por atención o hasta por hambre, quien sabe.
–...Joe.....– jadeó.
–Shhhh– susurró agarrándola firmemente de las caderas.
Nuevamente el llanto de su bebé se escuchó, sacó fuerzas de donde no tenía y empujo a Joe haciendo que su miembro saliera de su cuerpo y el último chorro de su corrida mojara su muslo.
Gruñó de frustración al verla salir de la cama, ¡maldición, todavía estaba caliente!
–No llores amor– tomó su bata la cual estaba en el piso cerca de la cama para luego encender la luz y acercarse a la cuna. –¿Tienes hambre?– lo tomó en brazos.
Apenas sintió estar en los brazos de su madre su llanto cesó.
–Solo querías atención de mami– sonrió mirándolo y se acercó a la cama.
–¿Está bien?– preguntó Joe, la sabana tapaba su cuerpo desnudo.
–Lo despertamos– le dijo.
–Tú– cerró los ojos y recostó la cabeza en la almohada. Las escenas de Demi con su bebé en brazos era la cosa más bonita que hubiese visto jamás. –Gritas como para despertar todo el edificio– sonrió con malicia al ver como el sonrojo volvía a sus mejillas.
–Yo...– se mordió el labio. –Lo siento– se disculpó al ver como a pesar de que tenía la sabanas rodeando su cintura la erección era visible.
–No importa– pues ya que, parecía que esa noche no podía disfrutar de ella como quería.
Su hijo definitivamente no quería que tocara a su madre, en los dos meses que tenía de nacido pocas veces se levantaba a media noche pero justo ese día y esa hora se había despertado.
–Está mojado– dijo al palpar el pañal.
–Es un nene malo como la madre– sus ojos chispearon de picardía. –Mojando las bragas como las nenas malas– hacerla sonrojar era muy fácil. Una caliente idea se coló entre sus pensamientos.
–Joe– lo llamó sonrojada poniéndose de pie y acercándose al cambiador donde dejó al bebé.
–Pensaba que te gustaba mojarte para mi– se había puesto de pie con la sabana rodeando su cintura y la abrazó por detrás. –Las nenas malas son calientes– besó su cuello mientras sonreía. –Muy caliente– llevó una mano hasta sus pechos.
–...N..no hagas eso...– dijo sin aliento intentando desabotonar la ropita al bebé para cambiarlo.
–¿Por qué no?– delineó un pequeño pezón sobre la tela.
–El...el bebé....– su respiración se hizo entre contada. Su cuerpo reaccionaba demasiado fácil a sus caricias. –Nos está viendo– y era cierto, su hijo los miraba a los dos con ojos curiosos.
–No sabe lo que estamos haciendo– apretó el pequeño montículo entre su dedo indice y pulgar. –Cámbialo, puede pescar un resfriado– le dijo en un caliente susurró.
Un pequeño gemido se escapó de sus labios ante las caricias en sus pechos y con manos temblorosa terminó de ponerle el pañal al bebé y luego volver a ponerle el pequeño mameluco.
–Todavía estás húmeda– una mano se coló debajo de la bata de la esmeralda y tocó con lentitud su intimidad lo cual se le hizo fácil al no llevar ropa interior. –Juraría que estás más caliente que hace rato– deslizó la lengua de su cuello hasta su oído y tomó el lóbulo entre sus dientes y mordisqueó.
–E...el be..bé....–
–Creo que le gusta– al escuchar aquello miró a su bebé y se sorprendió al verlo sonriendo y jugando con sus manitas. –Se una nena buena y apoya las manos a los lados de Rodri– le pidió. –No queremos que se caiga, no apartes la mirada de él–
Besó su espalda sobre la tena hasta quedar de rodillas detrás de su cuerpo.
–Separa las piernas– le subió la bata dejando su trasero ante sus ojos.
–¿Qu...qué ha...?– se mordió con fuerza el labio al sentir como la boca masculina se posaba en su sexo y lamía desde atrás.
Gimió contra su intimida y la lamió con destreza desde aquella posición. Le rodeó las caderas con sus brazos acercándola más a su boca.
–.....ahhh............– no pudo contener el gemido al sentir su lengua succionar su botón de placer.
–Deliciosa– susurró antes de mordisquearla con suavidad.
Gimió en protesta cuando dejó de sentir las caricias sobre su húmedo sexo. Se irguió y mordisqueó su hombro, marcándola.
–No sabes lo caliente que es verte así– dijo en voz ronca y pausada. –Tan caliente– continuó.
Lo sintió duro contra su trasero. Se había quitado la sabana y se frotaba contra ella.
–Tan sumisa– guió su palpitante miembro hasta su intimida y frotó. –¿Te gusta?–
–..........Jo...e.....– gimió.
–Asustará al bebé– dijo con voz cargada de placer.
¡Oh mierda!, se había olvidado de su pequeño hijo quien a pesar de ignorar todo lo que estaba pasando los miraba con ojitos curiosos.
–....Para....– se mordió el labio cuando él empezó a empujar contra su sexo.
–¿Segura?– se deslizó con lentitud para dejarla separada por la punta de su erección. –Pide....melo– jadeó en su oído. –Pídeme que te joda–
Tuvo ganas de golpearlo.
–....Por....favor....– la mordida en su labio hizo que este le sangrara y sintió el sabor de la sangre inundar su boca.
–¿Por...favor qué?– su voz estaba ronca de placer. –Puedo joderte o hacerte el amor– en ningún momento dejaba de besar su cuello o sus hombros. –Duro y rápido o lento y suave–
Echó las caderas hacia atrás para sentirlo más en su interior pero él se retiró.
–Dime o me voy– la amenazó retirando su pene de su interior.
–Du...duro....– le pidió. –F....follame....– el sonrojo en su rostro se hizo insoportable al esas palabras salir de sus labios.
–Buena chica– sonrió de manera perversa y de una rápida embestida la penetró.
Su respiración se volvió entre cortada y solo pudo morderse el labio para no gritar ante la fuerte penetración. No fueron penetraciones lentas si no rápidas y profundas, ambos gemían y jadeaban de placer. Movió las caderas al compás de las penetraciones.
–Tan...tan apreta...da nena– gruñó en su oído. –Eres mía– mientras una mano estaba en sus caderas una acariciaba sus pechos sobre la tela.
Le mordió el cuello para callar un gruñido de placer por las contracciones del orgasmo. El orgasmo los dejó sin aliento y solo pudieron gemir.
–¡Oh nena!– exclamó jadeante. –Respira– le pidió con una sonrisa.
Pasaron unos minutos antes de que pudieran respirar con normalidad, salió de su cuerpo y la escuchó jadear en protesta. La besó tomando su aliento y saboreando sus labios.
–Pervertida– tomó la sabana y nuevamente se la colocó en la cintura. –Correrse delante de su pequeño hijo– dijo con malicia.
Se sonrojó hasta la raíz del pelo. Era una pervertida, observó a su bebé el cual tenía los brazitos estirados y abría y cerraba las manitas pidiendo que lo cargaran. A pesar de que había nacido antes de tiempo era un bebé muy saludable.
–Vamos a dormir pequeñín– tomó a su hijo en brazos. –Mami es una pervertida– no pudo evitar reír al su hijo hacerlo también.
–¡Oye!– se quejó mientras veía a Joe caminar hacia la cama con el bebé. –Fue tu culpa– dijo mientras echaba el pañal sucio al basurero.
–No te obligué– le dijo ya acostado con la espalda apoyada en el espalda de la cama y su bebé sobre su torso.
Apagó la luz y se acostó al lado de los dos hombres más importante de su vida.
–Cuando se duerma hay que dejarlo en la cuna– le dijo con una sonrisa viendo como Joe acariciaba el cabello del bebé.
–Si no te subes sobre mi creo que los tres pudiéramos dormir hoy aquí– la miró con burla.
–Eres...– dijo haciendo un puchero.
–Soy...– la imitó a seguir.
–Insopor....– calló cuando él con cuidado dejó al bebé entre medio de ambos y se acercó a sus labios.
–Te dejo sin palabras– rozó sus labios. –¿Verdad zorrita?–
No pudo protestar cuando la besó. Cerró los ojos y disfrutó del beso.
–No puedo creer que me haya enamorado de alguien como tú– se acomodó en su lugar y cerró los ojos.
–Ni yo de ti–
Ambos se observaron para luego mirar a su bebé el cual se había quedado dormidito. Se quedó dormida con una enorme sonrisa en los labios.
–Joe– la escuchó susurrar entre sueño. –Te amo–
–Tonta– susurró.
Esperaba que ella no lo hiciera perder la paciencia, porque si algo había aprendido era que lidiar con Demi Lovato no era nada fácil, esa niña con cara angelical, cuerpo deseable y piel de porcelana era la única mujer sobre la faz de la tierra que podía sacarlo de sus casillas y hacerlo perder el control. No era bueno en esas cosas de los sentimientos pero por ella y por su hijo quizás podría cambiar. Sonrió con malicia. ¿Cambiar por ella?, Ja!, tal vez sería ella quien cambiara por él.